El silencio prolongado viaja insomne
sin saber ni preguntar a dónde va
Se abren surcos el arroyo del ayer
una trocha con luciérnagas etéreas
sublime vaho que deprende dulce voz
cuando al fondo, en lontananza
vibra loco el fragor, la tempestad
de guitarras que sollozan los por qué.
Son mil juegos, cien hogueras
que dibujan siluetas
en lo efímera canción
no ignorada del camino del amor
Es el pan de cada día y es la paz
que ahuyenta el llanto como espuma
arrastrando emociones contenidas
desde el alba hasta el alma de la piel.
Vuelo de aves las palabras
se revisten cual retorno
navegando por desiertos deleitables
acunando mil susurros que latentes
portan savia que ascendente
da vigor, enmudece, sabe a miel
cuando el árbol de la vida canta un salmo
y las manos del poeta pintan lienzo
relicario de campanas insistentes
a sabiendas que esa estrella ya partió.
Pero acaso la crisálida, aún dormida,
guarde tímida el sol de la verdad
una nube, una ola...una gota de rocío
hoy se llega a mi ventana a cantar.
Es la lluvia que no cesa
con las letras del silencio en su regazo
¿Qué es al fín esta senda caminante?
Un destino empujado por la sed
que no un celo ni un empeño
sino inercia renacida, acontecer.
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