He fracasado
en mi maravillosa utopía
de amarte, de idolatrarte.
Adosado a mi piel he de llevarte
como eterno canto
y fiel sayal adormecido.
En lo azul del tiempo,
siempre cautiva, cantaré
la canción que me donaste.
En la rada de amor
que en mí fundaste
echó anclas mi barca enamorada,
y tu nombre indeleble...
ya siempre mío, construyó un corazón
para adorarte. Va brotando la vida
en lunas plenas, emergiendo en el aire
bellos rosales, con columnas de sueños
y de gradales. De tus ojos
retengo la irreverencia.
Su mirada estanca
que es como el vino.
Las manos tendidas
y muy serenas...y esos tus labios
que son la recta infinita
para el camino.
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