No me amabas,
lo sé,
pero qué importa
si dibujaste un espejismo
con palabras golondrinas
y roces de pluma de ángel,
si mis labios temblaban
al pronunciar tu nombre
con tañido de campanas,
si al pensar en ti
corrían ríos de néctar
como torrente
alborotando toda mi sangre,
si cuando te fuiste
dejaste atrás una ilusión,
aún latente,
y omitiste cerrar la puerta.
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