Si volvieras...
Cómo eran de bellos
tus serenos ojos!
que hasta las aves traían
su amor a que los viera
y las flores dejaban el firme suelo
en pos de esos campos caudalosos.
Cómo eran de dorados
los manojos del estambre
estancado de tus labios,
que hubiesen querido
las estrellas robarles luz
para sus noches incendiadas.
Columnas férreas
parecían tus palabras.
Imbatible imaginaba
yo tu capaz abrazo.
Caña de almibar tu mirada
dulce y tierna.
Calma Dios la avidez de mi regazo
Haz que duerma
en mi alma su recuerdo.
¡Ay! amor...
cómo perturba tú cielo mi ocaso!
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