martes, 29 de enero de 2008

SIN PALABRAS

Ya no quedan palabras,
se fueron ahogando
en los últimos desengaños.

Mi corazón desnudo, traslúcido
bajo el manto amargo del miedo,
se acurruca cóntrito
entre la luz de la luna
y el propósito de ignorarte.

Desprendo mi alma en esa idea
por las entrañas ajenas
de tu vida inhóspita,
impronunciable actitud.

Eres como rayo
emergiendo de la noche.
Delirio causaste una vez,
para mis ojos eras la vida mía.

A mi boca la prolongación
de un beso sagrado,
continuidad de mi alma
y trasnochada ciencia
de amores sepultados.

Ya no perteneces
al camino que trazamos,
por mi aislado cuerpo,
no hay espacios tuyos
ni dentro de mi corazón
al fin hoy renovado.

Los designios de la noche,
han dado poder a las mañanas
sobre mi pecho acongojado
dejando en sombras
la amistad desdibujada.

Ya no temo
a la ausencia de tus ojos.
Pertenezco ahora,
a las líneas inconclusas
de la poesía, amante soy
de las letras renacidas
de un amanecer sin estupor
como absoluto dueño.

Soy por fin parte de un horizonte
aún muy lejano, de las sorpresas
de un cielo nuevo.

Ahora voy
trazando bajo mis pies
el mapa de mi propia vida,
aprendiendo de los errores,
reflejando la misma sombra
pisando el mismo suelo.

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