Déjame que te cuente, amor
de rutilantes estrellas
que perdieron su aliento por ti
llevando a mis labios tus huellas.
En el corazón, desvarío, mis ojos
campo baldío, páramo yermo,
sin bridas, subyugado a tus deseos.
Eternos eriales desiertos.
Déjame que te mire, amor
a la orilla del camino
Juncos habitados por sueños
en los vados de mis ríos.
Te cantaré cada mañana
despertando tus sentidos
Déjame amor que te diga
de las flores y del mar,
de mis noches los latidos.
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