Mis pies se han llegado hasta tu tierra
en un intento baldío por mitigar
la ebullición constante de la sangre
que a menudo te nombra...te llama.
Es tiempo de silencios y de calma
y el fluir de los ríos viene anunciando
emociones contenidas, manantial
de versos, inspirados por ayeres.
Llueve... y el otoño predecible
alarga sus manos de hojas muertas
desviando un destino que hiere
como hieren las espinas de una rosa
al estrecharla con las manos vacías.
Caminos sin camino, tus ojos, estrella
matutina. Déjame soñarte, para nutrir
el alma que agoniza, en esta nohe tan fría.
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