Cuando la noche desnuda
su germinal mano,
toca el corazón viejas heridas,
sangran de luna nueva,
días y horas otrora vividas,
y viejos suspiros,
que antes fueron
salen de sus ruinas.
En el llorar de una campana
se humedece el silencio amotinado
que me somete...
acontecen los versos
que me sostienen,
amanezco con el alma de caracolas
y es que el mascarón de naufragios
tiene sal en todas sus sombras,
y en sus ojos
de cobre intacto,
las rosas sus anclas tienen
horas abiertas,
llama en el pecho,
y unos labios que acontecen.
Cauterizo mis días
con mil estrellas
y lleno hoy mis bolsillos
con otras hojas de otros otoños
que quedaron callados sobre el camino.
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