miércoles, 28 de septiembre de 2011

La hora veinticinco










Consumido mi café
y mirando hacia el mar,
araño el tiempo vivido
en un intento sobrehumano
por no dejarlo escapar.


Me fijo en el frío cielo,
de azul uniformidad,
y comprendo que todo ha sido
para este preciso instante
en que he logrado llegar.


El pasado lo recuerdo
con ahínco desmedido
para ser libre...al final.
No me sirven los reproches
de la vida, qué más da,


...si después de todo nada,
nadie, me ha de consolar
en la hora veinticinco
cuando el alba no será.

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