viernes, 30 de septiembre de 2011

Hojas Yermas






Como pañuelos agitas tus colores
al viento, otoño, y en su ritmo se asoman
las hojas danzando, las que año tras año
se disponen a mudar…


y caen...por el suelo semigris se pliegan,
ante el frío de la tarde ocre y oro
se deslizan. No tienen puerto ni fin.
Reverenciando la estación que llega.


Débilmente, el ocaso se acerca
bañando de arrugado rojo carmín
el cielo arrebolado y mudo.
Entornados los párpados del sol.


Un aroma teñido de nostalgia
se arremolina en torno a los árboles
que, inclinados para amarse,
besan el aire con sus papiros dorados.


Los troncos mustios de ramas desnudas
se despiden de las que fueran
su sombra, abrigo, ropajes y frescura
desde el solsticio de primavera.


Arrullos de pájaros, sus trinos,
donde levita sorprendido el colibrí,
celebran la despedida…mientras
yacen lánguidas las hojas yermas.

miércoles, 28 de septiembre de 2011

La hora veinticinco










Consumido mi café
y mirando hacia el mar,
araño el tiempo vivido
en un intento sobrehumano
por no dejarlo escapar.


Me fijo en el frío cielo,
de azul uniformidad,
y comprendo que todo ha sido
para este preciso instante
en que he logrado llegar.


El pasado lo recuerdo
con ahínco desmedido
para ser libre...al final.
No me sirven los reproches
de la vida, qué más da,


...si después de todo nada,
nadie, me ha de consolar
en la hora veinticinco
cuando el alba no será.

Una voz en el cielo








De sueños improvisados
y fulgor de aconteceres,
desde el dibujo de un beso,
hoy quiero deletrear mis versos.


Con olas que en la orilla descansan
y las que se van mar adentro,
sigo percibiendo el aliento
de cada mañana al alba.


Entre la mente y el corazón
el alma se despereza...
Susurros quedaron indemnes
en los días que se fueron.


Esencias se quedan calladas
de niebla quebradiza y templada
y el perfume de la alegría
igual que la yedra trepa.


Salvajes, sobre mi pensamiento,
multitud de latidos brotan...
Dejan espinas y rosas
hermoseando sus notas.


Mis manos se abren buscando
mareas altas y luces,
canciones que me transporten
a aquel sendero sin bordes


donde cosidos en seda
habitan ecos de libertad;
Recuerdos de risas, palabras
que fueron llama y sinrazón.


Amar es construir un nido
para cobijar a dos almas
y oír una voz en el cielo
que nadie a entender alcanza.

Lluvia, risa o llanto...






Ahora que el amor se ha instalado,
que las horas, lentas, se deslizan
por el cristal de los años...


atada de voluntad y dicha
a tus brazos de olor a heno,
me lanzaré al abismo de mirarte


sabiendo que la lluvia ha llegado
y el invierno hará sus galas
en los tiempos de la ternura


para estrellar un te quiero en silencio
desde la orilla de tu amor estanco
y que el mar se adentre en la tierra


haciendo que el sabor de tus palabras
permanezca en mi memoria, porque
te querré aunque anochezca...


En tus ojos se ocultan los versos
más bellos...que amaré siempre,
ya sean lluvia, risa o llanto.

Pretérito Perfecto








Pude escuchar de tu voz la brisa libre,
el sueño del mar se arrodilló ante el amor
y en tu abrazo hallé una danza de azucenas,
hilabas crecientes lunas por mi espalada.


En mis ojos amaneció el sueño de un beso
abriéndose el cauce de la fontana del sol
como la ternura de una rosa que,
recién despuntada de su capullo,
busca ansiosa la gota temblorosa del rocío.


Escuché de tus labios de lirio
la humildad de los claros manantiales
y en tus generosas manos
intuía la dulzura resbalando entre los dedos...


Te sentí adosándote a mi pecho
besando de mi cuerpo cada adverbio:
"Aquí, allá, temprano, siempre..."
Destellos de amor nos deslumbraban.


Lentamente atardecía, mientras
bañábamos la mirada en el horizonte;
Finísimo límite de un mar emocionado
convertido en lumbre de almíbar.


Yo bebía el agua limpia de tus mañanas
alargándose la luz de las estrellas.
Dulcísima tu orilla de auroras interminables
donde dichosa alojaba todos mis besos.

Donde nadie nos mira






Donde nadie nos mira...te siento.
Desde el aroma que desprende tu gesto
cuando se cierran mis ojos
y el tiempo deja sus horas
en poemas y latidos.
...Te siento tan cerca, tan mío,
que me erijo triunfadora.


Te veo en el horizonte
que descose los recuerdos
donde somos polizontes...
Ahí donde los sueños se agitan,
donde laten las palabras
que se quedaron prendidas
en los renglones del alma...
Indeleble es su grito.


Engarzados sonidos
permanecen aún vivos,
bullicioso silencio
del insomnio que ata
a la tela de araña
que me lleva hasta ti...
Y me abrazas, me llevas...
Me amas muy quieto.

Un Espacio de Amor




Noches de lunas fatigadas
y sueños desgastados por el tiempo,
en la mano que tocó un espacio de amor
al ritmo del deseo emocionado.


Mas ahora la calma persevera,
me revisto de pausas y de olvido
como el eco de voz que al ser lanzado
se regresa con el ímpetu del viento...


Un cosmos de nosotros ha volado
en su caos de incertidumbres pasajeras,
abocado a un abismo de locura;
No hay amor que no sea eterno en el recuerdo.


Un oscuro jardín quiso soñarte,
las calles están vacías...
Pero me quedé al azar
y me tengo en cualquier parte.


La lluvia se grabó en la retina
con pasos flotantes y sin huellas
que la noche al descuido descifrara
en el huérfano silencio de mi alcoba.

Este Sentado Amor








Te tengo en el encuentro de la mirada,
recojo el instante tuyo...tan mío
que se entrega a luz diversa.


Luz inmensa que renace
haciéndose una y pura...nuestra,
esa llama profunda que tu calor desvela.


Eres hallazgo donde guardo mi esperanza,
el cálido abrazo del susurro quedo,
como un hermoso atardecer...


Entre poemas y ritos, nuestra vida respira,
regala regocijos al día, saliendo de nosotros
para entrar en el yo-nuestro.


Vamos hacia el sueño encumbrado
de dos almas que se funden
en gestos y palabras triunfadoras.


Entonces amanezco, amanecemos...
juntos, acariciados por el aire
que mece este sentado amor.

SENTIRES




Será por eso, por tu hermosa presencia,
que la vida me parece más liviana,
aunque le sean robados silencios
que sucumben ante la incertidumbre.


El tiempo es tan extraño...ni siquiera existe:
Indigente, cruel, y sin embargo,
a veces llega a deleitarnos con risas
si el horizonte nos ofrece su mejor cara.


Amaneceres compartidos, días de tu mano
que confortan como el viento al desierto.
El mandato de la existencia se nos impone
como una orden inquebrantable.


Sé que te quiero por lo que siento
cuando en las tardes de otoño me miras
y juntos podemos ver en la misma plenitud
el sentimiento del amor maduro.


Pero más lo recuerdo cuando al alba
despunta el nuevo día...sabiéndome a tu lado
y puedo escuchar tu alma celebrando el amor;
Este amor que nos ha nacido para gozarlo.